La niña aprieta su ser contra el cuerpo de su madre que la lleva a sus espaldas, protegiéndola en pinceladas que son caricias, de lo que el futuro les depara.
La criatura mira hacia delante con el brillo de esperanza que del amor, de la fortaleza de su madre, le llega.
Las veladuras diluidas rozan sus facciones construyendo sus pieles.
Pinceladas más texturadas tejen la tela áspera que recoge a la niña, porque no todo es fácil.
La oscuridad simboliza la incertidumbre de una vida que empieza.
La mirada hacia el devenir, la esperanza que se edifica en el amor.
Pintado con amor por Elvia Cor.
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