Lápiz y pastel sobre papel.
Desmenuzo con dulzura tonos cálidos de la barrita de pastel sobre la superficie blanca.
Con la suave caricia de un algodón, cubro sus blancos del color del sol y la tierra.
Cuando prenda el trazo de mi lápiz sobre el papel, ya no habrá equívoco posible, la goma ahora es la que, al reencontrarse con el fondo del papel, creará la luz.
Cada trazo es firme, seguro, confiado. Nace de la tranquilidad absoluta de que todo lo que se siente, se hace con cariño, con amor, está bien.
Mínimos trazos siguen la melodía de mi centro, dibujando dos cabos marineros que se enlazan deseando ser solo uno.
Uno se abraza al otro, el otro se aprieta al uno, y si alguien tira de ellos, logrará una unión más firme.
Son dos cabos fuertes, poderosos, de idéntica construcción y belleza.
Son dos cabos que, en la armonía, en el equilibrio de su unión, forman un corazón.
Ha sido involuntario, el corazón surgió solo, autónomo, sin premeditarlo ni prevéerlo, igual que sucede con el amor, ni se busca ni se encuentra.
El amor en su magia...
Cuando se da, se da.
No hay más.
Solo en el amor nace la mar-avillosa energía que crea la belleza.
Dibujado con amor.
Elvia Cor.
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